La dieta y el hígado
Información para pacientes
¿Qué tiene que ver la nutrición con el hígado?
La nutrición y el hígado están interrelacionados de muchas maneras. Todo lo que comemos, inhalamos y absorbemos por la piel tiene que pasar por el hígado. Por tanto, prestar atención a la nutrición y a la dieta puede ayudarnos a mantener el hígado sano. En varios tipos diferentes de enfermedades hepáticas la nutrición tiene considerable importancia.
¿Por qué es importante el hígado?
El hígado está encargado de realizar muchas funciones que son esenciales para la vida.
Entre las funciones primarias del hígado figuran:
Convertir los alimentos que comemos en energía almacenada y liberar esta energía cuando se necesita.
Actuar de filtro para eliminar el alcohol y las sustancias tóxicas de la sangre y convertirlas en sustancias que se pueden excretar por el cuerpo.
Transformar los fármacos introducidos en el cuerpo y facilitar su eliminación.
Servir de fábrica de importantes productos químicos del organismo.
¿Por qué es importante el hígado en la nutrición?
Todo lo que se absorbe por el estómago y el intestino delgado durante la digestión pasa por el hígado antes de llegar a las demás partes del cuerpo.
El hígado realiza varias tareas metabólicas de importancia con los nutrientes. Cada uno de los principales tipos de nutrientes (carbohidratos, proteínas, grasas y minerales) se somete a un proceso especial.
Los carbohidratos o azúcares se almacenan en forma de glucógeno en el hígado y se liberan como energía cuando las demandas de energía del cuerpo son altas. Esto nos permite mantener un nivel uniforme de energía durante el día. Sin este equilibrio necesitaríamos estar comiendo constantemente para mantener nuestra energía.
Las proteínas llegan al hígado en forma de sus elementos más simples, los aminoácidos. Una vez en el hígado, se liberan a los músculos como energía, se almacenan para su posterior uso o se convierten en urea para excretarse por la orina. El hígado también posee la capacidad única de convertir ciertos aminoácidos en azúcar para la provisión rápida de energía.
Las grasas no se pueden digerir sin la bilis, que se fabrica en el hígado, se almacena en la vesícula biliar y se vierte en el intestino delgado cuando se necesita. La bilis actúa de modo parecido a un detergente, disgregando la grasa en diminutas gotitas para que puedan ser atacadas por las enzimas intestinales y absorbidas. La bilis es también esencial para la absorción de las vitaminas liposolubles A, D, E y K.
¿Puede causar enfermedad hepática la mala nutrición?
La mala nutrición no es una causa de enfermedad hepática. Es mucho más probable que la mala nutrición sea el resultado de una hepatopatía crónica, y no al revés.
No obstante, la buena nutrición (una dieta equilibrada con adecuadas calorías, proteínas y carbohidratos) puede ayudar realmente al hígado dañado a regenerar nuevas células hepáticas. De hecho, en algunas enfermedades hepáticas la nutrición es una forma esencial de tratamiento.
¿Cómo afecta la enfermedad hepática a la nutrición?
Muchas enfermedades hepáticas crónicas van acompañadas de desnutrición. Una de las más frecuentes es la cirrosis.
Las personas con cirrosis suelen experimentar pérdida de apetito, y pérdida de peso, que les da un aspecto demacrado. Algunos pacientes adelgazan a pesar de una alimentación adecuada, debido al requerimiento energético excesivo que ocasiona la enfermedad.
Los adultos con cirrosis necesitan una dieta equilibrada rica en proteínas que aporte de 2.000 a 3.000 calorías al día para permitir la regeneración de las células hepáticas. Sin embargo, algunas personas con cirrosis tienen intolerancia a las proteínas, ya que están expuestas a un tipo especial de intoxicación cerebral, denominada encefalopatía hepática.
¿Puede utilizarse la nutrición para tratar la encefalopatía hepática?
La restricción de la cantidad de proteínas de la dieta necesaria para prevenir la encefalopatía hepática bajará los niveles de proteínas en sangre. La mayoría de los médicos aconsejan a sus pacientes con este cuadro comer sólo unos 40 g de proteínas al día, y recetan lactulosa o neomicina para rebajar la producción de amoniaco. También se recomiendan proteínas vegetales y lácteas. En muchos centros se utiliza un suplemento dietético rico en estos aminoácidos.
¿Puede ayudar la dieta a tratar otras complicaciones de la cirrosis?
Hay varias complicaciones de la cirrosis que se pueden tratar con una dieta modificada.
Las personas con cirrosis pueden experimentar una acumulación de líquido en el abdomen (ascitis), o hinchazón de los pies, piernas o espalda (edemas). Como el sodio (sal) favorece la retención de agua en el cuerpo, los pacientes con acumulación de líquidos deben reducir su ingesta de sodio, evitando alimentos como sopas y verduras enlatadas, fiambres, productos lácteos y condimentos como mayonesa y ketchup. De hecho, la mayoría de los productos preparados contienen generosas cantidades de sodio, mientras que los alimentos frescos casi no lo contienen. El sustituto de la sal de mejor sabor es el zumo de limón.
¿Qué cabe esperar en el futuro?
La relación entre la nutrición y el hígado está empezando a comprenderse precisamente ahora. En qué medida la buena nutrición y las prácticas dietéticas pueden controlar y acaso incluso prevenir las enfermedades hepáticas es algo que en la actualidad sólo puede conjeturarse.
Los hallazgos obtenidos hasta ahora indican, no obstante, que la investigación futura en este campo puede ser muy beneficiosa.
¿Hay que recomendar una dieta especial en las hepatitis víricas agudas?
Existe una tradición popular, sin ningún fundamento científico, de seguir dietas restrictivas de grasas y ricas en hidratos de carbono en las hepatitis agudas causadas por virus. En realidad no es necesario imponer dietas especiales en esta enfermedad, pero también es cierto que en la fase inicial los pacientes están inapetentes y a menudo nauseosos, por lo que una dieta fraccionada (varias pequeñas comidas al día) en la que el componente básico sean los carbohidratos (fruta, lácteos, pasta, arroz) es mucho mejor tolerada. En la fase de recuperación de la enfermedad puede autorizarse una dieta normal.
¿El hígado graso está causado por un consumo excesivo de grasa?
El hígado graso, o esteatosis, es una enfermedad causada por un exceso de grasa en las células hepáticas que puede ser debida a muchas causas. La más corriente es el consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Las personas obesas, diabéticas o con hiperlipidemia también pueden presentar esteatosis. Esta es una enfermedad benigna, pero en algunos pacientes puede progresar lentamente a cirrosis hepática. Su tratamiento consiste en corregir su causa. En las personas obesas debe recomendarse el adelgazamiento y en los diabéticos o en los que tienen un exceso de colesterol o de triglicéridos la adopción de las medidas dietéticas adecuadas para mejorar estas anomalías.